Ernesto, a pesar de su corta edad, seis años, sabe que sus padres biológicos no podÃan cuidarle. También sabe que puede estar muy seguro del cariño de sus padres adoptivos, que celebran por todo lo alto el dÃa en que Ernesto llegó a sus vidas. Una tierna historia que muestra que cada niño es una persona independiente, pero a la que hay que cuidar y amar.