María, una arqueóloga republicana (funcionaria del Museo Arqueológico Nacional), especialista en áreas que podrían apoyar la teoría supremacista aria, es requerida por el Gobierno de Franco, a través de sus quintacolumnistas, para colaborar a la finalización de la guerra, que se prevé inminente, con la organización DasAhnenerbe de Himmler; motivo por el que decide abandonar Madrid y dirigirse a la costa alicantina para tratar de embarcar en los buques que, según se rumorea, van a enviar las democracias europeas para el exilio de republicanos. Durante el viaje conoce de forma casual a Karl, un periodista suizo, que la recoge al averiarse su vehículo, y ambos recalan en el Hotel Victoria de Alicante. Este hotel es un nido de espías donde acuden republicanos de toda condición (militares, políticos, civiles y los últimos brigadistas que no abandonaron España en su momento) con la esperanza de embarcar y salir del país, aunque en el puerto alicantino solo hay un barco: un viejo carbonero británico de nombre Stanbrook. María y Karl se ven envueltos en el ambiente de tensión, intriga e incertidumbre que reina en esos fatídicos días en el último reducto republicano de la península.